Una persona de origen polaco, residente en Alemania, ha vivido cinco años con un perdigón en la cabeza, sin ser consciente siquiera que le habían disparado. Al parecer, todo sucedió hace cinco años, durante una fiesta de Año Nuevo. Para la policía, la cosa está clara: Un proyectil, lanzado quizás en alguna barraca de feria durante las fiestas por el cambio de año, que vagaba sin rumbo, que debió rebotar sobre alguna superficie, y que acabó entre la piel y el cráneo de nuestro protagonista. Caso cerrado. No hay culpables.
Con el paso del tiempo, sí que notó que tenía un “bultito” en la zona contundida. Pero tanto él como los médicos que lo atendieron, pensaron que debía tratarse de un simple quiste. Dado que las molestias continuaban, se decidió intervenir para extirpar el “intruso”. Y como paso previo a la intervención, se realizó una radiografía de la zona. ¡Cuál no fue la sorpresa cuando en ella se apreció la presencia del proyectil!
Evidentemente, se le explicó a la persona lo que habían encontrado, y se le preguntó si no era consciente de haber recibido un disparo a ese nivel. En su defensa, por decirlo de alguna manera, el individuo alega que era una época en que bebía demasiado, y casi siempre iba borracho (o, al menos, lo suficientemente borracho para no darse cuenta de lo que le sucedió). Probablemente practicaba el “Binge drinking” (http://reflexionesprimarias.blogspot.com/search/label/Los%20adolescentes%20y%20menores%20de%20edad%20de%20nuestro%20pa%C3%ADs%20beben%20tanto%20como%20los%20universitarios). Sí recordaba haber recibido un golpe en la zona; pero no la naturaleza del mismo.
Y yo me pregunto: ¿puede ir alguien tan borracho para no notar algo así? En el siguiente enlace encontrarán los diferentes niveles de alcohol que puede tener una persona en el cuerpo, y el efecto que sobre el mismo produce: http://audioconsejosmedicos.blogspot.com/search/label/Alcohol%3A%20Los%20efectos%20del%20alcohol%20sobre%20el%20cuerpo. Juzguen ustedes mismos…
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